Fue así, apenas imperceptible, una mañana ocurrió que no
recordaba que tenia que hacer, y con el paso del tiempo fue olvidando todo,
incluso a mí.
Los días pasaron
y la chispa de sus ojos desaparecieron, aunque de vez en cuando ella esbozaba una
sonrisa, diminuta, imperceptible, tan imperceptible que su rostro ni siquiera la
exteriorizaba, alguna vez sus ojos parecían brillar, pero solo por un instante.
Diariamente la sentaban allí delante de la ventana, su
cabeza algo sesgada, sobre unos hombros enflaquecidos y sin fuerzas, sus manos se
apoyaban alineadas lánguidamente entre sus piernas, los rayos del sol
acariciaban su frágil y surcado cuerpo, sus ojos infantiles miraban al frente.
No había expresión alguna en ellos, volvió a sonreír,
no se notó, mientras sus ojos penetraban en el paisaje.
Que verde está la hierba del campo, le dije, Recuerdas
que te gustaba pisar la hierba mojada… ¿Lo recuerdas?. No estoy seguro que me escuchase siquiera
Mientras me miraba parecía que algo me preguntaba,
pero su ausencia persistía, entonces escuche una voz dulce que decía “ es hora de su
baño, el sol se esta retirando y comienza hacer frío, mañana
volveremos “ ella no contesto, sin expresión continuaba mirando por la
ventana, ignorándome mientras yo la
miraba, entonces comencé a mover la silla de
ruedas, apartándola lentamente del paisaje de la ventana
No me importa que no me recuerdes, mañana volveré a
verte
No hay comentarios:
Publicar un comentario