Esta mañana al levantarme conté mis años y descubrí que
tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que lo que viví hasta ahora…
Me siento como aquel chico que ganó una bolsa de caramelos,
los primeros los comió con agrado y con prisa, pero cuando percibió que
quedaban pocos, comenzó a saborearlos profundamente y más despacio.
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se
discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que
no se va a llegar a nada. Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas,
que a pesar de su edad cronológica no han crecido. Ya no tengo tiempo para
perderlo con mediocridades.
No quiero estar en reuniones donde se desinflan egos
inflados. No tolero a manipuladores, ni a los aprovechados. Me molestan los
envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de
sus lugares, talentos y logros.
Detesto, si soy testigo, de los defectos que
genera la lucha por un majestuoso cargo.
Las personas no discuten contenidos,
apenas los títulos, si acaso. Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.
Quiero la esencia, mi alma tiene prisa…Con pocos caramelos
en la bolsa…
Quiero vivir la vida, con la gente que sepa reírse de sus
errores. Que no se reprima de sus ganas y deseos, que sea amiga de los amigos y
que disfrute de su cuerpo antes de que se rompa y se deteriore. Sentirse vivo es Lo esencial es
lo que hace que la vida valga la pena vivirla.
Quiero rodearme de gente que sepa tocar el corazón de las
personas… Gente a quién los duros golpes de la vida, le han enseñado a crecer
con suaves caricias a su alma.
Si… tengo prisa… para vivir con la intensidad que nada más
que la madurez puede dar.
Pretendo no emplear mal ni tan solo uno de los caramelos
que me quedan. Estoy seguro que serán más exquisitos que los que me he comido
hasta ahora. Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mi conciencia.
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