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sábado, 20 de febrero de 2021

QUERIA SER LIBRE

 



Peter Fechter  17 agosto 1962  Berlin 

La Historia de la canción “libre” escrita por Armenteros y Herrero, e interpretada por Nino Bravo en octubre de 1972 del siglo pasado, se inspira en la trágica historia real del muro de Berlín, conocido por el “Muro de la Vergüenza” y lo que a su alrededor acaeció.

“Tiene casi 20 años/ y ya está cansado de soñar,/ pero tras la frontera está su hogar/ su mundo y su ciudad./ Piensa que la alambrada sólo es/ un trozo de metal/ algo que nunca puede detener/ sus ansias de volar”.

La misión era complicada. Peter Fechter y Helmut Kulbeik pasaron varias semanas observando con detenimiento cada movimiento de la guardia, las rutinas, las diferentes características de la construcción. Hasta que se les ocurrió un plan. Algo precario, pero ellos consideraban que si aprovechaban la velocidad y la agilidad de sus 18 años podía tener éxito. El 17 de agosto de 1962 se decidieron a llevarlo a cabo.

“Libre,/ como el sol cuando amanece/ yo soy libre, como el mar./ Libre,/ como el ave que escapó/ de su prisión/ y puede al fin volar./ Libre,/ como el viento que recoge/ mi lamento y mi pesar/ camino sin cesar/ detrás de la verdad/ y sabré lo que es al fin/ la libertad”.

Los dos adolescentes se escondieron en una panadería pegada al Muro. En ese lugar exacto la seguridad parecía vulnerable. Conocían de memoria el movimiento de los guardias. Había un breve momento en que se producía un punto ciego en el lugar que ellos se encontraban. Debían aprovecharlo. Saltar, caer en lo que se denominaba Pasillo de la Muerte, (también conocido como Zona de Seguridad o Zona de nadie), un pasaje que estaba entre los dos muros, correr rápido una decena de metros hasta alcanzar el alambrado. Luego sortear el alambre de púa y trepar la cerca para caer del lado occidental. Donde al otro lado los esperaba la libertad

Peter Flechter y su amigo lograron saltar sin ser vistos pero mientras escalaban el cerco, el último obstáculo, que los separaba del lado Occidental, fueron divisados por los guardias del lado Oriental.

Primero fue un grito. Seco, terminante, intimidatorio. Los chicos no giraron la cabeza y apuraron sus movimientos. Enseguida llegó la ráfaga de disparos.

Helmut consiguió llegar a lo alto del muro y dejarse caer del otro lado. Estaba ileso, y en libertad. Peter fue alcanzado por una bala que ingresó a la altura de la cadera. Cayó de espaldas contra la tierra. Quedó tirado en la Zona de Nadie. A su alrededor se fue formando un charco de sangre oscura.

“Con su amor por bandera/ se marchó/ cantando una canción./ Marchaba tan feliz que/ no escuchó/ la voz que le llamó./ Y tendido en suelo se quedó/ sonriendo y sin hablar/ sobre su pecho flores carmesí/ brotaban sin cesar”.

Durante 50 minutos Peter Flechter agonizó ante la vista de cientos de personas que solo miraron. Cuando dos soldados del lado oriental lo recogieron ya nada se podía hacer. Peter, a los 18 años, había muerto de un balazo, procurando su libertad, tratando de cruzar el muro absurdo.

Después de 59 años no hemos aprendido nada de lo que significa libertad 



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