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Peter Fechter 17 agosto 1962 Berlin |
La Historia de la canción “libre”
escrita por Armenteros y Herrero, e interpretada por Nino Bravo en octubre de 1972
del siglo pasado, se inspira en la trágica historia real del muro de Berlín, conocido
por el “Muro de la Vergüenza” y lo que a su alrededor acaeció.
“Tiene casi 20 años/ y ya está
cansado de soñar,/ pero tras la frontera está su hogar/ su mundo y su ciudad./
Piensa que la alambrada sólo es/ un trozo de metal/ algo que nunca puede
detener/ sus ansias de volar”.
La misión era complicada. Peter
Fechter y Helmut Kulbeik pasaron varias semanas observando con
detenimiento cada movimiento de la guardia, las rutinas, las diferentes
características de la construcción. Hasta que se les ocurrió un plan. Algo
precario, pero ellos consideraban que si aprovechaban la velocidad y la
agilidad de sus 18 años podía tener éxito. El 17 de agosto de 1962 se
decidieron a llevarlo a cabo.
“Libre,/ como el sol cuando amanece/
yo soy libre, como el mar./ Libre,/ como el ave que escapó/ de su prisión/ y
puede al fin volar./ Libre,/ como el viento que recoge/ mi lamento y mi pesar/
camino sin cesar/ detrás de la verdad/ y sabré lo que es al fin/ la libertad”.
Los dos adolescentes se escondieron en una panadería pegada al Muro. En ese lugar exacto la seguridad parecía vulnerable. Conocían de memoria el movimiento de los guardias. Había un breve momento en que se producía un punto ciego en el lugar que ellos se encontraban. Debían aprovecharlo. Saltar, caer en lo que se denominaba Pasillo de la Muerte, (también conocido como Zona de Seguridad o Zona de nadie), un pasaje que estaba entre los dos muros, correr rápido una decena de metros hasta alcanzar el alambrado. Luego sortear el alambre de púa y trepar la cerca para caer del lado occidental. Donde al otro lado los esperaba la libertad
Peter Flechter y su amigo lograron
saltar sin ser vistos pero mientras escalaban el cerco, el último obstáculo,
que los separaba del lado Occidental, fueron divisados por los guardias del
lado Oriental.
Primero fue un grito. Seco,
terminante, intimidatorio. Los chicos no giraron la cabeza y apuraron sus
movimientos. Enseguida llegó la ráfaga de disparos.
Helmut consiguió llegar a lo alto
del muro y dejarse caer del otro lado. Estaba ileso, y en libertad. Peter fue
alcanzado por una bala que ingresó a la altura de la cadera. Cayó de espaldas
contra la tierra. Quedó tirado en la Zona de Nadie. A su alrededor se fue
formando un charco de sangre oscura.
“Con su amor por bandera/ se marchó/
cantando una canción./ Marchaba tan feliz que/ no escuchó/ la voz que le
llamó./ Y tendido en suelo se quedó/ sonriendo y sin hablar/ sobre su pecho
flores carmesí/ brotaban sin cesar”.
Durante 50 minutos Peter Flechter
agonizó ante la vista de cientos de personas que solo miraron. Cuando dos
soldados del lado oriental lo recogieron ya nada se podía hacer. Peter, a los
18 años, había muerto de un balazo, procurando su libertad, tratando de cruzar
el muro absurdo.
Después de 59 años no hemos aprendido nada de lo que significa libertad
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