Hace años me contaron la fabula de la
serpiente y la luciérnaga, en aquella época los diplomas debajo del brazo impidieron
en gran medida que la comprendiera, además a mi no me afectaba, eso lo aplicaban
a otras corbatas, pero con el paso del tiempo conocí la fauna que habita en esa
selva de asfalto, y fue entonces cuando descubrí que a mí también me tocaba.
La verdad es que en todos los grupos
siempre hay alguna serpiente que le jode que la luciérnaga brille por su
liderazgo, por su buen hacer y por su humanidad, no en vano las otras son
simplemente serpientes arrastrándose al mando de algún caimán, bueno…. en el
fondo son reptiles furtivos.
Llegue a la conclusión que me gane el
derecho a estar equivocado, por lo que ya no me cuestiono, a medida que pasan
los años es más fácil ser positivo, te importa un cojón lo que piensen los demás,
me río incluso de mí, otros morirán sin ni siquiera poder reírse de verdad, he
tenido la suerte de haber vivido, y mantener esa risa juvenil que provoco que mis
arrugas sean más atractiva, a pesar de esas miradas penalizadoras de esos
perfectos e inmaculados seres reptilianos.
A todos esos que nunca conocerán la alegría
de ser imperfectos.
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