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martes, 30 de octubre de 2012

TRUCO O TRATO



Era muy tarde y yo tenía mucho sueño, pero a la mañana siguiente tenía que entregar una oferta, asique en la  Noche de Halloween, estaba yo delante del ordenador aporreando el teclado, Las colillas se amontonaban en el cenicero que vaciaba de vez en cuando, una botella de whisky cienpipers y un vaso mediado al lado, destacaban sobre la mesa cuando de repente un apagón en la noche de todos los santos me obligaba a encender velas por toda la casa, pero el ambiente distaba mucho del romanticismo de la cera ardiendo y se aproximaba, más bien, a un escenario tétrico digno de alguno de mis post.

Cuando volvió la electricidad, mire la hora y ya eran más de las doce, mi carácter se había avinagrado por la falta de tabaco regado con el whisky.

Bajé a la calle a comprar en un chino, pero mi decepción se hizo mayor al comprobar que estaban cerrados, y lance un juramento en arameo, mientras buscaba algún sitio donde poder comprar cigarrillos, y entonces a través de la niebla que me rodeaba, vi con claridad una cafetería muy iluminada. De hecho era lo único que estaba iluminado en toda la calle, así que me metí sin dudarlo.

Era un lugar acogedor, de hecho tal y como estaba la noche aunque fuera la casa de un Vampiro también me lo hubiera parecido. Me acerqué a la barra quitándome el abrigo.

-¿un whisky?-me preguntó la camarera disfrazada de bruja...una bruja sexy y encantadora.

-si, gracias-respondí tratando de separar mis ojos de su generoso escote.


Me acomode en el taburete y al instante entre en calor. Fue entonces cuando me fijé en la gente que se refugiaba en el local. Debía de tratarse de una fiesta de Halloween un poco cutre, la verdad, menos por los disfraces que estaban muy logrados.

Al fondo había un grupo de vampiros tratando de morder a una de las camareras-brujas sin éxito. En una mesa había unos entes del más allá, pululando entre las mesas unos duendes bajitos bebiendo whisky. Algún que otro ser que no reconocí completaba el elenco. Las arañas eran muy reales, pero ya las había visto en el corte inglés el día antes en la sección de disfraces. Un ogro salía del baño justo cuando mi bella bruja me servía otro whisky.

-¿un día duro?-me preguntó sonriéndome.

-ya lo creo, pero acaba de mejorar mucho-dije, pero sintiéndome un poco patético por el intento de ligar.

Pero a ella pareció que le gustaba y se quedó charlando conmigo apoyándose con los brazos en la barra. Sus pechos me hipnotizaban y seducían. Me hablaban de lascivia y sexo, de caricias y ligueros, de besos húmedos bajo su falda. Entonces su  mano empezó a jugar con la mía ante la mirada de los otros clientes que murmuraban y reían.

Todo desapareció menos ella. Me encontré subiendo unas escaleras viejas hasta un dormitorio iluminado por grandes velas. En el centro de la habitación destacaba una cama enorme en la cual me senté aletargado por sus encantos y el alcohol. A duras penas me percaté de sus palabras, me centré en sus contoneos ante mí bailando, dejando caer al suelo sus prendas una a una. Sus curvas eran perfectas, su fragancia embriagadora, su lencería roja y negra de encaje fino. Al quitarse el sujetador ya mi conciencia era nula. Sus pechos jugaban en mi cara mientras agarraba sus nalgas.

La camarera-bruja gemía a cada caricia de mis dedos. Se apresuró en desnudarme y empujándome sobre la cama hizo de mi sexo su juguete. La agarró con presteza por la base y su vaivén frenético junto con su lengua nerviosa hizo el resto. Su forma de lamer y succionar me elevó a un cielo largo y explosivo,  pero  cuando me quise incorporar me encontraba maniatado en el cabecero de la cama. Otras dos brujas ataban mis tobillos también. Esto no era una orgia, pensé …. Más bien se parecía a un akelarre diabólico.

Todos mis movimientos fueron inútiles. Las tres brujas estaban desnudas ante mí, besándome y acariciándome. La morena aún se relamía de mí, mientras que una rubia se había sentado desnuda en mi regazo. Su tatuaje de un cuervo en el hombro llamó mi atención enseguida. Las tres lo tenían. Cuando quise gritar la pelirroja se sentó en mi boca y me obligó a lamer sus pliegues dulces mientras la rubia me cogía

Las tres brujas se turnaron para cogerme gritando como sí nadie pudiera jamás oírlas. Yo aguanté, sorprendentemente, cada una de las cabalgadas de esas mujeres viciosas.

Pero cuando ya no podía endurecer mi sexo más se enfadaron y me dejaron ahí, atado, en la cama. Finalmente logré soltar mis ataduras y cuando traté de huir.

Oí unas risas, me volví hacia ellas y ya se estaban desnudando de nuevo. Pero algo había cambiado. Sus rostros no eran tan bellos. Había algo siniestro, diabólico. Cuando reían sus dientes estaban afilados y sus ojos tenían un tono rojizo. Su tez perdió el color y se había iniestado. Sin darme tiempo a nada Una de ellas  me estaba lamiendo  y de nuevo me la endureció y de un salto se la clavó en su interior. Las otras dos se estimulaban entre ellas en un sofá junto a la ventana jadeando y riendo.

Salté de la cama empujándola al suelo y dejando atrás a las otras dos aturdidas por lo ocurrido logré salir del dormitorio desnudo. Bajé las escaleras de dos saltos y me tropecé y caí al suelo.

En ese momento desperté, sacudí enérgicamente la cabeza, y me di cuenta que había caído de la silla, aun estaba medio despistado por el sopor cuando el timbre de la puerta me sobresalto,  me dirigí a ella, la abrí y 

-¿truco o trato?- preguntaron dos guapas y atractivas brujas vampiras  y una enfermera lasciva

No pude responder quede enmudecido al observar y reconocer el tatuaje en el cuello de la enfermera ….. Era un cuervo





2 comentarios:

Dalicia dijo...

Espero que te susurrase: ¡¡ Nunca más!! ;)

Bso.

barondojo dijo...

Estimada Dalicia, me susurro tantas cosas que tuve que hacer un trato cuando ellas me hicieron el truco.