A menudo es la vida quien decide por ti, aunque yo todavía sueño como un príncipe, pero vivo y lucho como un guerrero, y ya no queda espacio en mi infierno para otro diablo.
Cuando ella se marchaba, asió la mano de él, y mirándole a los ojos ella le dijo:
No te asustes, la muerte es algo que no debemos temer, porque mientras somos, la muerte no es, y cuando la muerte es, nosotros ya no somos.
Él mirándola con una lagrima en el ojo, acaricio su cabello blanco asintiendo, y le replico:
Te buscaré a través de mil mundos, y durante diez mil vidas hasta encontrarte, y volver a enamorarte.
A la mañana siguiente, cuando el sol asomaba
por la ventana, él se sentó en el alféizar, y luego voló de nube en nube,
de mundo en mundo.
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